martes, 16 de diciembre de 2014

El evangelio

Mundos y mundos, y mundos.
Y este mundo tan marchito y desgarrador.
Es increíble como una cosa tan sencilla
puede ser la mas mortífera creación.

Tierra de desiertos y agonías.
Anzuelos y trampas para el alma.
Tratos y contratos que uno ignora,
son cuestiones de pensar, con el corazón.

Inocencia transfigurada.
Un mundo con guadaña.
Tras el un príncipe de blanco.
Un blanco que ha sido manchado.

Soy la palabra que rebusca,
entre notas y recuerdos.
En la historia que contaron,
otros, tal vez del mundo mismo.
pero mas no hay, por ahora,
para saber aquella verdad.

Estoy cambiando por dentro.
Estaba ya planeado este momento.
Solo era de aguardar.
Dios jamas deja de pensar y actuar.

Jamas.

Pero las cosas son mas simples,
y en esa simpleza algunas cosas
no son de fácil entender.
Me han dado explicaciones que no esperaba,
uno se desprende de la realidad al escuchar,
aquellas emociones que pretendía no imaginar.

Tal vez este poema no es realmente,
mi plan primero de escritura,
mas mi corazón me ha dictado
estos versos tan extraños.

Uno en lo profundo,
mas allá del inconsciente,
siempre es el ser verdadero,
aquel anhelante de salvación.

La vida solo es otro paso mas.
¿Cuantos pasos habremos de dar?

De nacer, de morir, de creer, de entregar,
de compartir, de predicar, de convertir, de
reconocer, de admitir, de abandonar, de luchar,
de caer, de soportar, de admiración,
de condenación, de fragilidad, de fortalecer,
de leer y aprender,
de recibirse en lo aprendido.
De ser hijo de Dios.
De ser siervo y no señor.

Es el camino que uno hace,
personal, pero mas allá de lo singular.

Existir va mas lejos de la simpleza
de la creación. Uno tiene un Deber.
Todos tenemos un propósito.

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